La familia, el sexo y la economía o porqué la monogamia es la gran derrota del sexo femenino.
"El sexo femenino es explotado,
y la base evolutiva fundamental para dicha explotación radica en
el hecho de que los óvulos son más grandes que los espermatozoides".
En el origen de las especies, cuando comenzó el sexo, no teníamos ninguna responsabilidad sobre las crías; los machos y hembras solo arrojaban una gran cantidad de células sexuales para que se fertilizasen al agua y la pareja no se volvía a ver jamás. Esta estrategia reproductiva se llama de baja inversión, y se quedó como una bonita costumbre entre los machos.
De estas millones de células abandonadas, sólo unas cuantas llegaban a ser individuos adultos, porque a todas las especies les encanta comer huevos. Conforme la evolución se hizo más compleja las hembras dotaron a cada huevo con sustancias nutritivas para darle ventaja a su embrión sobre los demás embriones, estos tuvieron más éxito y la selección natural priorizo una estrategia de gran inversión, donde fue más importante la calidad que la cantidad ¡pero sólo para las hembras! Las hembras cayeron en la trampa, tenían que invertir mucho de su vida en cada huevo, lo volvieron valioso y para no perderlo tuvieron que cuidarlo, y lo cuidaron más y se sentaron sobre él y para cuidarlo más se inventaron las tetas y convirtieron a las crías en mamones y con la aparición de la hembra humana, se incrementó el cuidado hasta llegar al absurdo actual de convertir a estos mamones en ingenieros. Quedaron atrapadas en el altruismo del “todo por los hijos” y si abandonan ese altruismo la especie se extingue. Un óvulo vale 28 días de construcción cuidadosa por el cuerpo de una mujer, -a veces con dolor-, mientras en ese mismo periodo un hombre puede producir sin esfuerzo y con placer 5 mil millones de espermatozoides. Lo más cabrón es que hasta aquí esto nada tiene que ver con la justicia, ni con la igualdad de género ni con la libertad. Es simple biología.
Esta condición biológica dio pie a que en las primeras organizaciones humanas, se condicionara a la parte más evolucionada de la especie al cuidado permanente de la misma y a que la parte menos evolucionada se responsabilizara de proveer. El cuidado o resguardo de la especie se daba en una cueva (o casa) y las provisiones se debían buscar afuera de la cueva (o calle). La gran inversión a ese óvulo continúa durante los 280 días del embarazo, donde el individuo dentro del útero, roba del cuerpo materno todo lo que necesite sin pedir permiso, sólo lo toma por sobrevivencia. Al nacer requiere de por lo menos 9 meses de amamantamiento (aunque ahora los especialistas varones recomiendan hasta 2 años), éste individuo o individua no va a ser autosuficiente mínimo hasta los 12 años y máximo toda la vida. Durante éste tiempo la parte más evolucionada de la especie, es decir, la mujer, es responsable de su óvulo hasta su muerte, a cambio de su enorme inversión recibió en el mejor de los casos 5 minutos de placer de la parte menos evolucionada de la especie; el hombre.
El hombre puede producir durante su vida un promedio de 4 billones de espermatozoides a diferencia de una mujer que no podrá producir más de 400 óvulos,
Es decir la bajísima inversión del hombre- en teoría- podría fecundar de forma natural a 30 mil óvulos a un ritmo de 2 por día durante 40 años y una mujer a lo mucho podría cuidar hasta su independencia a 20 óvulos. Para poner en perspectiva ésta realidad, en teoría los espermatozoides de un solo individuo podrían fecundar los óvulos de todas las mujeres en el planeta.
El enorme poder que tienen las mujeres sobre cada individuo en tanto que son las responsables de su vida y su crianza por lo menos hasta su independencia, se vio mermado por la condicionante masculina de la monogamia, la fuerza y la economía. Digamos que durante los 300 mil años que tiene la especie humana así han sido las cosas. Es hasta 1789 durante la Revolución Francesa que se comienza a luchar por los derechos de las mujeres como tal, no dudamos que millones de mujeres antes lucharan por sus derechos pero la memoria humana es muy corta y la versión de las vencidas no ha quedado registrada para la posteridad. La monogamia fue impuesta por el patriarcado como norma pensada para las mujeres como una condición de casta, es decir para garantizar la herencia genética de los clanes y de un macho en específico para que su casta no se mezclara con la de los otros machos, la fuerza bruta las sometía y las condicionaron a recibir casa, comida y cosas a cambio de esa abnegación al sometimiento. Por resistencia natural incluyó la hembra al macho dentro de su estrategia de gran inversión y lo pagó con servicios, entre ellos los sexuales; y así como los parásitos intestinales se volvieron más sabrosos para ser consumidos por su huésped por sobrevivencia, el cuerpo de las mujeres da testimonio de las transformaciones que fueron necesarias para llevar a cabo una negociación que volvió al macho relativamente monógamo y proveedor.
Hoy somos más de 6 mil millones de personas, ya no es necesario reproducirnos en masa, y las mujeres ya no necesitan a un macho que las alimente.
Las condicionantes biológicas y sociales que justificaban el auto-sometimiento no existen, la monogamia ya no es necesaria y el soporte social de los individuos ya no radica en una familia, cada uno puede construir su entorno social de convivencia y soporte social como le convenga. El placer no depende de qué sexo sea el otro, los espermatozoides y los óvulos se pueden comprar y los vientres se pueden rentar. Es decir; existen todas las condiciones para que la libertad reproductiva sea una realidad.
La exaltación del matrimonio y la familia, la demonización de cualquier forma de sexualidad fuera de la heteronormatividad y el rechazo al derecho democrático fundamental de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, son pequeños murmullos de los conservadores que la evolución irá callando poco a poco. Vale recordar que el feminismo es el único movimiento exitoso de 1968 y que la única forma de eliminar la violencia hacia las mujeres, es acabar con el estado patriarcal, socializar y feminizar el poder. Ante estas realidades la ignorancia de la clase política ha confundido la igualdad de derechos con la igualdad de estrategias, es decir, se necesita el establecimiento de condiciones que nos permitan la justicia social en toda su extensión; diseñar modelos sociales que tiendan a la autonomía de los individuos y de las personas en igualdad de circunstancias a través de programas de aprendizaje comunitario que involucre a todos desde edad temprana para erradicar de raíz el machismo y toda forma de segregación. En lugar de esto, diseñan y establecen leyes especiales que lo único que provocan es significar y promover las desigualdades. Nos queda un largo camino para que la feminización libere al opresor y al oprimido.
Para aquellas mujeres en proceso de transición que aún necesiten la presencia de un macho para procrear y “hacer una familia” asegúrense desde un principio de que el hombre sea altruista, solidario y tierno, conceptos femeninos que le harán falta si lo que quiere es criar en comunión. Necesitan basar su relación en el respeto y la convicción. Jamás en la inequidad del sexo o del amor. Porque para un hombre la inversión es tan mínima que puede cambiar en cualquier momento por otra mujer más altruista y para usted un óvulo le cuesta la vida.
La vida y la matria son una construcción consciente.
Iván Uranga
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