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Foto del escritorIván Uranga

Por una Sociedad Desescolarizada.


Artículo a cuatro voces

Autoras: Emma Rubio, Pilar Torres, Adriana Moles e Iván Uranga


La idea de una sociedad desescolarizada o educación sin escuela parte del principio de que la educación no moldea a los seres humanos en lo abstracto, sino dentro y para una sociedad; todos los modelos educativos impartidos en las escuelas institucionales están diseñados para mediatizar y estandarizar a los individuos en torno al proyecto de nación que quiere quien tenga el poder en turno, por lo que para lograr un verdadero proceso formativo, transformador y libre, se requiere dejar las escuelas y salir a nuestra comunidad, cambiar el concepto de educar por el de aprender de todo lo que nos rodea.


Hoy día, esta postura se está dejando ver al toparnos con propuestas alternativas que sin importarles la “oficialización” los padres lo que buscan es que sus hijas e hijos aprendan conocimientos que realmente le doten de sentido a su existencia. Ya afortunadamente son muchos los padres que tienen cierta conciencia con respecto a la mediatización y estandarización del conocimiento que lejos está de ser un conocimiento que forme a un ser humano. La educación está cobrando un sentido más trascendente, en él se pondera la libertad del individuo, el respeto por el mismo y no la conformación o reafirmación de una ideología.

¿Nos estamos dejando llevar por el mito de que la educación todo resuelve?

Esto parte de una serie de ideas preconcebidas sobre métodos infalibles y resultados deseables. Pero quien aprende, aprende en su contexto. Los contenidos que los niños reciben dentro de la escuela, pueden ser irrelevantes afuera; además, bien pueden desprenderse de ellos en cuanto cruzan el umbral del aula. De hecho, lo hacen. La idea de que podemos conseguir que los alumnos “salgan” como queremos, es una ilusión. No son lienzos en blanco para que los adultos pinten sus sueños. Es pertinente repensar.


Ivan Illich decía en su texto “La sociedad desescolarizada” que en realidad era imposible que un “Sistema Educativo” fuera capaz de cubrir las necesidades educativas de un país. Es matemáticamente inviable que existan aulas suficientes de acuerdo a los recursos y al crecimiento de la población, y esto lo decía en los años sesentas. Hoy sabemos que es verdad, pero las naciones insisten en un modelo educativo insuficiente, ineficiente y conflictivo. Y lo peor, l@s niñ@s no aprenden lo básico: cómo aprender. No se despiertan en ell@s las capacidades autodidactas, el pensamiento crítico que los lleve a desarrollar su propia pedagogía. Esto simplemente está fuera de los programas oficiales.

Nadie enseña a nadie y el único elemento que educa por sí mismo es la congruencia.

El cerebro humano termina su desarrollo a los 5 años promedio, después de este periodo lo único que hacemos es poner un sistema a lo aprendido, los agentes motivadores de aprendizaje (no maestros) deberán a través de actitudes, aptitudes y conocimiento encontrar el sistema que permita al aprendiz apropiarse de los saberes para que pueda usarlos en su vida diaria. El reto es incorporar el saber universal al aprendizaje sin escuela y la certificación de los conocimientos.


Afortunadamente ya existen comunidades autónomas que lo han resuelto.

Pero hay mucho trabajo por hacer aún, pues es menester ofrecer a los niños y niñas habilidades que les permitan vivir en libertad y autonomía, no llenarlos de conocimientos innecesarios como los que se encuentran en las curriculas oficiales y que son tan sólo la réplica de un sistema educativo del siglo XIX que tan sólo ha matado la creatividad, haciendo de lado todo tipo de conocimiento que ofrece al ser humano libertad y autonomía. De ahí que habrá que rescatar las artes y la filosofía; conocimientos que no sólo dotan de conciencia y proporcionan la habilidad para el pensamiento crítico sino devuelven al ser humano la espiritualidad que se conforma con el arte. Adorno justo se hacía la pregunta, ¿Cómo educar después de Auschwitz? Y es justo lo que propone, rescatar las humanidades y el arte ya que son las dos áreas del conocimiento que devuelven el alma a la humanidad.



Desarrollo intelectual, motriz, moral y social; respeto a las reglas de convivencia, esfuerzo, constancia, autocrítica: son solo algunas cosas que se refuerzan en sociedad, pero se aprenden en lo individual.

Al ser algo personal, estrictamente no le compete al ámbito público. Se basa en los valores que dicta la conciencia. Así, la libertad de conciencia a veces estorba a los sistemas… sobre todo si ella pretende retrasarnos en nuestra carrera para ser competitivos, exitosos y cumplir nuestros sueños “cueste lo que cueste”. La filosofía, al versar sobre el comportamiento humano en su totalidad es a la vez colectiva e individual. Por lo mismo, no todo puede ser resuelto con reglas, códigos y estatutos, porque detrás de los actos humanos hay principios morales, decisiones individuales y valores comunes de referencia. Es una reflexión permanente.


Desaprender es la gran tarea de nuestros días y que sería parte vital de un verdadero proceso de aprendizaje paradójicamente. Deconstruirse, dirán los filósofos modernos.

No importa qué tan sólidas sean las creencias, siempre es posible generar una dialéctica de lo individual a lo colectivo y viceversa, que nos permita deshacer eso que los psicólogos o los budistas llaman ego y que por lo general estorba para el crecimiento personal y comunitario.


¿Qué sabes hacer?


Es la pregunta a la que se enfrentarán nuestras hijas e hijos. Cuando comiencen su proceso de incorporación social productiva, a nadie le importa cuánto o qué sabes, sino qué sabes hacer, todo el modelo educativo vigente va atrofiando progresivamente tu capacidad de hacer, por lo que es necesario que todo proceso de aprendizaje desescolarizado sea acompañado de la construcción de habilidades. La figura del “aprendiz” ha funcionado durante milenios. Todo el conocimiento adquirido por la humanidad está a nuestro alrededor, en la historia de las cosas esta la historia y el esfuerzo de nuestra especie; una banca de madera fue formación física, esfuerzo, economía, matemáticas, física, química, biología y fue imaginación, pensamiento, filosofía, arte, árbol, primaveras, lluvia, mariposas y tierra. Si acompañamos los conocimientos de los aprendices en nuestros espacios comunitarios de respeto por todas las especies, juegos y la práctica deportiva en prácticas comunitarias permanentes, se podrá ir contrarrestando el veneno del ego individualista, la competencia y el “éxito”.


Por ello es indispensable, rescatar posturas educativas como por ejemplo; Waldorf en la que se apela a la libertad del ser humano, se comprende la educación desde las diferentes dimensiónes del ser y no meramente cognoscitiva sino que se trabaja desde una perspectiva integral donde los aprendizajes incluso se viven en la naturaleza y no en un aula, donde se aprende en la práctica, sembrando, construyendo, cantando, pintando, tejiendo, y una serie de actividades que dotan al individuo de habilidades que no sólo permiten desarrollar la metacognición sino aprender a ser libres e independientes. Este es tan sólo un ejemplo, sin embargo, hoy día hay muchas iniciativas que buscan ofrecer al individuo una educación más digna y lejos de la escolarización, porque esta tan sólo somete la creatividad.




No existen verdades absolutas sino perspectivas sobre la verdad. El sujeto que conoce lo hace desde su propia perspectiva. Un maestro está frente a un grupo de personas que deberán integrar sus distintas versiones para alcanzar una comprensión adecuada de la verdad, porque el conocimiento es más verdadero en la medida en que más perspectivas logren integrar. La verdad, como el conocimiento, nunca se puede dar por conquistada.


Cada enseñanza y cada aprendizaje, debería venir acompañado de la enseñanza de dudar de aquello que se enseña y de aquello que se aprende; esto es: descubrir de manera vivencial la diferencia entre creencias e ideas. Las primeras constituyen en las personas nuestra zona de confort, mientras que las ideas son una lucha constante que con sus cuestionamientos hacen tambalear nuestras creencias. Así, las creencias, como la libertad, no son una conquista definitiva.


Las recientes manifestaciones contra la Reforma Educativa son prueba de que no existe ni siquiera un consenso en cuanto a la educación entre el gobierno y la fracción del sindicato de maestros que lo apoyó abiertamente en las pasadas elecciones y lo que se ve es el continuismo en las prácticas de opresión laboral en contra de los maestros, reflejado en despidos injustificados y violación a sus derechos laborales. Todos estos fenómenos representan de por sí, un modelo de contra educación, de obstáculo para el flujo de aprendizaje y de voluntad pedagógica, tanto como demuestran cabalmente la ineficiencia de un modelo escolarizado.


Los derechos laborales deben ser parte del proceso de aprendizaje, pero no pueden determinarlo. Para hablar de una “educación desescolarizada” modelos alternativos como Waldorf no son suficientes.

Necesitamos crear modelos regionales propios que necesariamente impliquen a los niños coexistiendo y aprendiendo con y en su comunidad, respetando y promoviendo sus culturas, haciendo, con proyectos que impacten a su entorno orientados por la comunidad misma y supervisados por un pedagogo como agente motivador del aprendizaje.

¿Para qué me alcanza?

Un niño llega a la tienda y muestra sus monedas al tendero y le hace esta pregunta. Cuando hablamos de formación y aprendizaje, esa es la pregunta a resolver, porque cuando el ímpetu o los sueños rebasan nuestra capacidad viene la frustración. La formación que ofrece el sistema educativo oficial no alcanza para la vida. Cada uno en su comunidad y en su hogar tiene la respuesta, la escuela no puede seguir siendo la guardería de la planta productiva, es necesario cambiar.



De ahí la urgencia de replantear los modelos de aprendizaje, conformar currículas que nos permitan a los que nos dedicamos a esto, ofrecerle a los niños y niñas herramientas que fortalezcan el autoconocimiento. Darle preponderancia a la formación socioemocional y ofrecerle un aprendizaje significativo que le permita en un futuro ser parte activa de la sociedad y contribuir con la misma. No dejar de lado, el pensamiento crítico y reflexivo el cual despierta la conciencia. Así mismo, incluir las áreas que impactan al desarrollo de la creatividad, no seguir reproduciendo este modelo que canceló todo espíritu creativo dejando en un plano de indiferencia a las artes. La desescolarización, no significa no educación. El quid del asunto es que realmente se busque centrarse en el aprendizaje que tenga como fin último cultivar seres humanos integrales, equilibrados y de buen corazón. Pues sólo esta clase de seres humanos, lograrán ser, ciudadanos justos, respetuosos, tolerantes y conscientes de la importancia por trabajar en vistas al bien común. Porque el fin último de todo proceso educativo no es el individuo sino su comunidad.


Fraternalmente los astillados en proceso de desescolarización:

Emma Rubio Adriana Moles Pilar Torres Iván Uranga

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